jueves, 19 de marzo de 2015

¿Qué es la libertad?


Libertad es una palabra complicada que guarda un sin fin de connotaciones. Según la cultura, la época o la propia experiencia su definición puede ser distinta. De la palabra libertad se han adueñado personajes como Adolf Hitler haciendo incluso sus propios juicios sobre la misma. Hitler soltó muchas perlas durante los doce años que lideró su régimen totalitario. La más acertada de todas fue aquella de "mañana muchos maldecirán mi nombre" (vaya si acertó), y como todo dictador que se precie, también él tenía una visión peculiar sobre la forma de alcanzar la libertad.

"Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos" -Adolf Hitler.

La interpretación maniquea y trastornada que hacía Hitler de la realidad tiene su origen en sus vivencias y la época convulsa que vivió. La moda generalizada de culpar a los judíos de cualquier mal, la dura crisis económica de 1929 y la humillante derrota que sufrió Alemania en la Primera Guerra Mundial, con la correspondiente doble humillación que supuso el Tratado de Versalles de 1919, fueron los cimientos que posteriormente crearían al monstruo. Un monstruo que, en base a su propia experiencia y desmesurada ambición, interpretaba que la libertad nacía de un estado autocrático que velara por el más radical nacionalismo. 

De lo anteriormente dicho extraemos que Hitler no creía en la libertad individual, sino en la libertad nacional. Según él, el pueblo era una masa que debía estar dispuesta a sacrificarse por su país fuera cual fuese el coste. Él no veía al pueblo como un conjunto de individuos con pensamientos, creencias e ideologías distintas, lo que veía era a una masa informe cuya vida debía estar enteramente dedicada al nazismo. En resumidas cuentas, para Hitler Alemania era el territorio en sí mismo, no las gentes que vivían en él. 

Me ha parecido importante poner como ejemplo a un personaje tan controvertido como Hitler porque ejemplifica, en cierta medida, el modo en que puede llegar a variar ese concepto por el que muchos han luchado, siguen luchando y lucharán. Con el Comunismo y su dictadura del proletariado también encontramos otro ejemplo. En este último caso se pretendía liberar al pueblo de la burguesía y eliminar las clases sociales. Al final, todo terminó en un "quítate tú que ya me pongo yo" dejando a los ciudadanos rusos con otra autocracia más. La lectura que hacía el Comunismo de Stalin sobre la libertad no era la misma que la del régimen nazi de Hitler, pero se podría decir que ambos anteponían la soberanía nacional a la libertad del individuo. Esto es: El país (visto como un simple territorio y no como un conjunto de ciudadanos) no se deja someter por presiones exteriores porque es libre.

La libertad en la Edad Media

Si retrocedemos en el tiempo y nos situamos en la Edad Media (siglo V- siglo XV) el concepto hay que verlo desde otra perspectiva. En la Temprana y Alta Edad Media (siglo V - siglo X) si tu padre era artesano tú, tu futuro hijo y demás descendientes debíais ser artesanos. En aquella época no se cuestionaba el oficio a desempeñar porque era algo que "venía de serie". Tampoco se podía competir porque los precios de tus productos los imponía el gremio al que habías de pertenecer (nadie iba por libre). De esta manera, los beneficios que obtenías eran siempre los mismos y las posibilidades de "ser más que aquel" se volvían nulas. Ninguna clase social superaba en bienes y riqueza a otra superior, así que si nacías pobre morías pobre.

Ese camino definido e imperturbable podía ser muy placentero a simple vista. Por un lado evitabas dudas existenciales sobre qué oficio ocuparás el día de mañana, y por otro la seguridad que te proporcionaba suponía un contrapeso nada desdeñable. No existía incertidumbre ni dudas porque en cada momento sabías qué hacer. Era lo más parecido a tener un manual sobre cómo vivir. 

Ahora bien, esa seguridad que obtenías tenía un precio: la libertad. No eras libre de elegir el oficio que más te gustase, no eras libre de poner un precio más competitivo porque el dichoso gremio te lo impedía y, lo que ya resulta desternillante, tampoco estaba permitido que te dirigieras a otro tipo de clientes que no fueran los habituales (esto implicaría variar los precios). Si no eras ambicioso estos detalles te la traían al pairo, pero si lo eras resultaba un castigo de por vida.


En la Baja Edad Media (siglo X - siglo XV) las cosas comenzaron a cambiar. Apareció el capitalismo (de una forma muy primaria y arcaica) y de pronto lo que parecía preestablecido ya no lo estaba tanto. Las tradiciones se fueron sustituyendo poco a poco por el valor monetario, las leyes se adecuaron a lo que resultara más beneficioso y esa aparente seguridad desapareció de un plumazo. Muchos de los que ansiaban una vida mejor dieron con el momento y se posicionaron a nivel económico con las familias nobles ("familias feudales" sería un término más acertado). Éstas, a su vez, vieron peligrar su fortuna y pronto comenzaron a producirse uniones entre familias nobles y "nuevos ricos".

La razón por la que la nobleza se viera tan amenazada ante esa riqueza floreciente es sencilla. La mentalidad de la sociedad cambió y pasaron de "vivir de" a "vivir para", es decir, que mientras los tradicionales seguían viviendo desocupados y apacibles de los beneficios que producían los campesinos en condiciones de semiesclavitud, otros vivían para trabajar y obtener más y más beneficios. Ese trabajo febril, fruto de la ambición, terminó descalabrando el equilibrio que siempre existió entre las castas del medievo.

El comienzo de la Edad Moderna y la incertidumbre de la libertad

Con el fin de la Edad Media a finales del siglo XV y la irrupción de un capitalismo todavía en sus inicios vino la incertidumbre. Así como antes, en plena Edad Media, se tenía una vida de manual donde todo estaba previsto, en la recién estrenada Edad Moderna no existían limitaciones en cuanto al oficio a profesar ni en las ganancias. Eras tú el que elegía, el que ponía los precios y el que decidía a qué público dirigirse. Los gremios ya no existían, de modo que no había nada que te atase. A partir de entonces eras tú el responsable de que el negocio funcionase a las mil maravillas o de que se hundiese.

Para cubrir esa incertidumbre que empezaba a asolar en todos los estratos sociales la religión jugó un importante papel. Hizo un negocio redondo, ya que cubrieron la inseguridad que ocasionaba vivir en un mundo tan cambiante con promesas de paraísos, vida eterna, etc. Si pensaron en un principio que esos "aires nuevos" iban a perjudicarles se equivocaron de cabo a rabo. También ellos aprovecharon el tirón. Los ricos necesitaban tranquilidad y los pobres esperanza.

En la Biblia...

Con el mito de Adán y Eva de la Biblia hallamos el ejemplo base. El Dios Judeo-cristiano les puso en el Jardín del Edén con la promesa de una vida feliz y sin preocupaciones si le obedecían ciegamente. La única prohibición que les impuso fue no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, advirtiéndoles que morirían si los probasen. Eva, tentada por la serpiente, decidió comer uno de los frutos y, viendo que estaba bueno y era codiciable para alcanzar la sabiduría, le dio de probar a Adán. Podrían haber hecho caso a su Dios y seguir sometiéndose hasta el fin de los días, pero la curiosidad les pudo e hicieron lo único que tenían prohibido. Entonces, el Dios Judeo-cristiano dijo: "El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, lo coma y viva para siempre." Acto seguido les expulsó del Edén.

La libertad es en realidad un concepto abstracto que varía según la cultura, la época y las creencias. Sería un eterno tema de discusión, ya que la necesidad de libertad responde a las necesidades de un individuo, es decir, aquello que quiere pero no puede hacer. Se trata de la necesidad de salvar un obstáculo para poder hacer vida normal o, si se posee cierta ambición, alcanzar un mayor grado de bienestar. No tiene una única definición ni es algo que pueda encasillarse. Está en constante evolución.

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