jueves, 27 de marzo de 2014

¿Hitler se suicidó?

Sobre este personaje han corrido ríos de tinta desde que murió oficialmente el 30 de abril de 1945. Su megalomanía, sadismo y fanatismo son bien conocidos por todos. Su odio hacia todo lo que no fuera, según su criterio, “puramente alemán” legendario. Sólo en el holocausto murieron más de seis millones de judíos en los campos de concentración. Mujeres, niños, enfermos, discapacitados, etc. No hacía distinción alguna entre ellos. No obstante, y pese a que su muerte está bien documentada, sigue habiendo mucha gente que duda que realmente se suicidara. Lo que pretendo con este post es dejar bien claro que murió y explicar exactamente el porqué se creyó que huyó a países tan lejanos como Argentina. Aunque lo que vaya a decir no es ningún secreto y la información se puede encontrar fácilmente gracias a internet (ojo, a través de fuentes fiables), la sorpresa para quienes no hayan leído sobre este tema está asegurada.

El 16 de enero de 1945, cuando Hitler vio que su imperio de los mil años iba a irse a pique, se refugió en el búnker de la Cancillería. Él, que había llevado a las cámaras de gas a millones de personas, que había conquistado toda Europa con su don de la estrategia y el hasta hace poco invencible ejército alemán, se encontró acorralado como un simple ratón entre las cuatro paredes de un mohoso búnker. Un búnker que no lo refugiaría durante demasiado tiempo a causa del rápido avance de los rusos.  El aparente halo de invencibilidad  que lo había rodeado durante más de diez años acabó convirtiéndose en la soga que lo empujaría al suicidio, y como legado no dejaría más que horror, muerte, odio, dolor y miseria. 

Una de las principales razones de su caída podemos atribuírsela a la enfermedad que lo azotó desde, según se sabe hasta ahora, los años 1937-1938. Se trataba de parkinson, un mal que afecta al cerebro y al sistema nervioso y que te deja a la larga incapacitado hasta para comer. De hecho, en algunos de los vídeos que han sobrevivido hasta hoy se puede apreciar cómo le tiembla la mano violentamente mientras saluda a varios oficiales, así que por aquel entonces él ya debía saber que su "reinado" sería corto. Su misión era asegurar la perdurabilidad del régimen nazi, algo harto difícil cuando su política se reducía ha dejar las relaciones diplomáticas de un lado e invadir todo lo que se le pusiera en el camino. Podía ser muy bueno en la estrategia y su ejército situarse en lo alto del escalafón en cuanto a tecnología y preparación se refiere, pero enfrentarse al mundo entero bajo el pretexto de ser una "raza superior" no parece muy acertado que digamos. 

A medida que la enfermedad fue avanzando su nublada mente se tornó más estrecha de miras y sus tácticas se volvieron más torpes y precipitadas, casi como si tuviera prisa por construir la soñada Alemania antes de que el parkinson lo engullera. Adelantó sus proyectos iniciales de expansión militar en 1943, una fecha demasiado temprana y nada adecuada. El ejército alemán todavía no estaba listo para emprender tal odisea y los altos mandos los sabían muy bien, pero Hitler, cada vez más pálido, emocionalmente inestable y con unos ataques de nervios cada vez más frecuentes no era capaz de ver el error. Sus oficiales, por miedo a las represalias, tampoco insistieron en que se retractara, de modo que el principio del fin del régimen nazi comenzó ese mismo año. 

Su estancia en el bunker hizo que los síntomas de la enfermedad se agravaran notablemente. Ya no podía disimular el tembleque del brazo derecho y los ataques de histeria aumentaron. Empezó a desconfiar de todos y se volvió paranoico, tanto que incluso se pensó que las cápsulas de cianuro suministradas a través de la SS eran falsas y las hizo probar con su perra Blondi. Obviamente murió.

Pasado el 29 de abril se casó con Eva Braun en una pequeña ceremonia civil dentro del búnker. Según sostiene Antony Beevor, después de tomar un modesto desayuno con su esposa, Hitler llevó a su secretaria a la habitación contigua y le dictó su voluntad y testamento. Firmó los documentos a las cuatro de la mañana y se fue a dormir.

Al amanecer del 30 de abril, Hitler pidió reunir a todo el equipo médico para despedirse de él ante la estupefacción de los presentes. Más tarde desayunó y, hacia las 15:30 de la tarde, se despidió de sus edecanes entrando con Braun a la Sala de Mapas. Pocos minutos después se oyó un disparo.

DE SUS RESTOS Y PORQUÉ SE CREYÓ QUE HUYÓ

Segundos después de su muerte sus asistentes sacaron los cuerpos de la habitación con alfombras. Los subieron al patio de la Cancillería del Reich, fueron rociados con 200 litros de gasolina y posteriormente quemados. No obstante, la caída de los obuses (cañones con ruedas) les obligó  a salir pitando de allí sin poder asegurarse de que los restos se quemaran completamente. Ante tal contratiempo, los allí presentes decidieron enterrar los cuerpos y punto. Lamentablemente para ellos, tan sólo lo harían superficialmente.


Cuando Stalin recibió la noticia de que Hitler había muerto su naturaleza paranoica le hizo mostrar escepticismo. No se lo creería hasta que no encontraran el cadáver, así que mandó a los soldados que lo buscasen. Por ello, una unidad especial soviética se encargó de buscar los restos exhaustivamente y, tras mucho esfuerzo, los encontraron el 9 de mayo. Pese a la violenta cremación las piezas dentales se encontraban intactas, razón por la cual se identificó sin ningún tipo de problema que aquellos chamuscados restos pertenecían a Hitler y a su esposa. Los interrogatorios que realizaron a los edecanes capturados y demás ratificaron que, en efecto, se trataba del führer.

A partir de aquí es cuando surge la astucia política de Stalin, experto en aprovechar cualquier acontecimiento en su beneficio. Tras tener la información certera de su muerte, en lugar de difundirlo a los cuatro vientos y pavonearse como un pavo real, lo que hizo el líder soviético fue no divulgar información alguna dejando, como consecuencia, la puerta abierta a la teoría de la huida. Stalin incluso mintió descaradamente ante los diplomáticos estadounidenses diciéndoles que no tenían pruebas de su muerte, y ya ni hablemos de encontrar el cadáver. Para acabar de poner la cereza sobre el pastel, él mismo empezó a decir a todo el mundo que creía que había escapado.

A simple vista todo esto parece incoherente, pero lo cierto es que a la Unión Soviética le interesaba mantener la duda sobre la muerte de Hitler, ya que así podía utilizarla como arma de propaganda con el fin de acusar a EE.UU y Gran Bretaña de ocultar el escape del líder nazi. Incluso propuso la teoría de que se había ido a España o a Sudamérica en un submarino o bajo una identidad falsa. De ese modo, la URSS quedaba como el salvador de la película y occidente como unos traidores que todavía habían ayudado al enemigo. Que oportuno, ¿verdad?. 

Tras la muerte de Stalin en 1953 la URSS siguió manteniendo las dudas sobre la muerte del führer. Los rumores estaban a la orden del día, y no faltaba quien decía que lo había visto en lugares tan remotos como Argentina tomándose un café en un bar o restaurante. Mirándolo todo en retrospectiva resulta irónico y en cierto modo tragicómico que la treta de Stalin siga surtiendo efecto hoy en día, ya que aún queda gente que cree que escapó.

Después de la caída de la Unión Soviética salieron a la luz multitud de archivos clasificados, algunos de ellos referentes al paradero real de los restos de Hitler. Según dichos documentos, en 1946 la NKVD se llevaron los calcinados restos dentro de una cajita y la enterraron en el jardín de un cuartel situado en Magdeburgo. Sólo los más altos mandos conocían lo que contenía esa caja, así como su ubicación precisa.

En 1970 la KGB les dio el control de las instalaciones del cuartel al gobierno de la Alemania Oriental. Por ello, los conocedores de la caja la desenterraron, destruyeron lo que quedaba de los cadáveres y tiraron las cenizas al río Biederitz. Fin de la historia.

martes, 25 de marzo de 2014

El diario de Ana Frank NO es un fraude

El diario de Ana Frank supone, para muchos, un testimonio clave de cómo se vivía en la segunda guerra mundial. Sin pretenderlo, su autora se convirtió en un icono internacional y un ejemplo de lucha. Un ejemplo de la manera que puede llegar a calar en la gente los pensamientos y reflexiones de una niña que se vio obligada a vivir en tiempos difíciles. Por desgracia, siempre ha habido gente que ha querido descalificarla y tacharla de farsante. Muchos todavía creen hoy en día que Ana Frank nunca existió, y esto me parece bastante grave porque al diario pruebas de autenticidad no le faltan. De hecho, no conozco muchos documentos a los que se les haya hecho tantas verificaciones y pruebas grafológicas, científicas, etc. ¿Qué más pruebas necesita esta gente? ¿Viajar en el tiempo y verla escribir en la Casa de Atrás? Abro debate.

En lugar de irme por las ramas y especular me voy a ceñir estrictamente a los hechos. Tras varios intentos por desacreditar el diario desde su publicación, un tal David Irving, negacionista del holocausto, se empecinó en querer “demostrar” su falsedad a mediados de 1970. También había otro negacionista llamado Robert Faurisson, que abanderaba lo mismo diciendo que varios fragmentos del diario estaban escritos con bolígrafo, inventado en 1938 e introducido en Alemania cuando Ana Frank ya se encontraba en el campo de concentración (a finales de 1944). Sin embargo, los diversos estudios que se llevaron a cabo a raíz de la acusación demostraron que las dos anotaciones escritas a bolígrafo las escribió una grafóloga en 1960 mientras estudiaba el texto. No eran páginas enteras escritas a bolígrafo como mucha gente se imagina, sino una breve anotación en los márgenes de dos páginas con fines aclaratorios. Nada más.

Desde los años 50 la negación del holocausto ha supuesto un delito en muchos países con el fin de evitar la proliferación de neonazis. El susodicho diario ha sido siempre un obstáculo para estas personas, y tal es así que Otto Frank tomó acciones legales en 1959 contra un profesor de colegio y antiguo miembro de las juventudes hitlerianas cuando, con mala intención, publicó un documento en el que describió al diario como una falsificación. El tribunal lo volvió a examinar y determinó un año después que era auténtico, por lo que el difamador se vio obligado a retractarse.

En 1958 también ocurrió algo parecido, aunque en esta ocasión el denunciante fue más lejos y afirmó que Ana Frank nunca existió. A su vez, exigió que lo probase tomando el testimonio del hombre que la apresó pensándose, probablemente, que no llegarían a dar jamás con él. Para su sorpresa, tras mucho buscar sí lo encontraron. Ocurrió en 1963, y dijo exactamente lo mismo que Otto Frank y otros testigos cuando se les preguntó en su día. Nuevamente, la acusación cayó en saco roto y volvió a probarse la veracidad del diario.

Años después, más concretamente en 1976, otro negacionista y simpatizante con los nazis comenzó a distribuir folletos que decían que el diario era falso. Como era de esperar, Otto Frank tomó acciones legales contra el difamador y el juez le advirtió que si le volvían a coger esparciendo esos papeles se enfrentaría a una multa de 500.000 marcos alemanes y 6 meses de cárcel. El señor Frank, cansado de tantos juicios, lo dejó correr y no quiso llegar más allá, razón por la cual no volvió a denunciarlo.

Aun así, no fue hasta 1980 cuando se dio el caso más sonado y controvertido. Arrestaron a dos neonazis por distribuir, otra vez, impresos que enunciaban el fraude del diario. En esta ocasión Otto sí se terminó querellando con ellos hasta el final, así que se les juzgó y se les declaró culpables. Durante la apelación, un equipo de historiadores examinó los documentos y volvieron a determinar su autenticidad (¿cuántas veces van ya?).

Para quien no haya tenido suficiente, en 1986 fue examinado por forenses especializados a petición del instituto al que el señor Frank legó el diario. Como era de esperar, se comprobó que era auténtico. Cuatro años después (el 23 de marzo de 1990 para ser exactos) el Tribunal Regional de Hamburgo confirmó su autenticidad.

Sinceramente, me resulta increíble que después de las casi incontables pruebas que se le ha realizado al diario todavía siga quedando gente que dude de su veracidad. No creen en algo que se ha comprobado científicamente una docena de veces y, sin embargo, sí creen en otras cuestiones cuyo fundamento científico es inexistente. En fin, en este mundo tiene que haber de todo, ¿no?.  

Actualización (08/04/2015)

Una reciente investigación llevada a cabo por la Fundación Ana Frank indica que no es plausible que Ana Frank muriera a finales de marzo de 1945 tal y como siempre se creyó. Cuatro personas atestiguaron haberla visto ya enferma de tifus el 7 de febrero de 1945, de lo que se deduce que no pudo llegar viva hasta el mes de marzo. Se estima que su muerte se produjo 12 días después (el 19 de febrero), pero la fecha exacta nunca se sabrá.

sábado, 22 de marzo de 2014

¿Por qué se prohibió la marihuana?

Si hay algo de cierto es que no existe una razón lógica para explicar porqué el alcohol es legal y la marihuana no. El cannabis mueve una ingente cantidad de dinero negro en todos los países, así que legalizarla supondría una cuantiosa inversión y ganancias para la economía mundial. El presidente de Uruguay, José Mujica, la legalizó parcialmente para evitar justamente que aumentara su tráfico ilegal y, ya de paso, combatir el crimen organizado. Los ciudadanos uruguayos pueden ahora consumir una determinada cantidad al día, y que se sepa no han perdido la moral, el país no se ha sumido en el caos ni han empezado a matarse unos a otros. Todo sigue como siempre, pero con una diferencia: el tráfico negro de la planta ha disminuido desde entonces. De modo que, conociendo este caso… ¿por qué esa reticencia por legalizarla?.

Si queremos buscar la razón original de su prohibición debemos irnos a principios del siglo XX. El cáñamo venía siendo usado tradicionalmente para producir papel, cuerdas y telas. En un principio no presentó una gran competencia con la industria textil, especialmente para el algodón. Su producción era más lenta, dificultosa y molesta por la pestilencia que emana durante el procesado, pero esto pronto cambió cuando se inventó una máquina que revolucionaria y, a la vez, condenaría a la susodicha planta: el descortizador.

Esta nueva máquina separaba las fibras duras de las blandas en un tiempo récord, minimizaba los costes, evitaba esa incomodidad tan molesta para el olfato y permitía su producción en masa. La industria textil, hablando en roman paladino, se acojonó. Empezó a prever las cuantiosas pérdidas y a las industrias madereras también empezaron a temblarles las piernas puesto que, si la industria del cáñamo siguiera adelante, pronto la tala de árboles sería innecesaria para producir papel. Tenían que hacer algo.

La oportunidad se la daría la guerra entre EE.UU y España con Pancho Villa y sus soldados. El general mejicano y sus hombres eran bien conocidos por consumir cannabis, razón por la cual un magnate de la prensa llamado William Radolph, ciertamente escocido porque el señor Pancho le había arrebatado más de 800.000 acres de ricos terrenos en México, empezó a difundir noticias sobre la inusitada violencia que generaba consumir marihuana.

Años más tarde, en 1923, la delegación de Sudáfrica en la Liga de las Naciones afirmó que sus mineros negros eran menos productivos cuando la consumían y exigieron que se impusieran medidas internacionales para regular su uso. Inglaterra mantenía que solo tomaría medidas si se realizaran estudios científicos que abalaran su malignidad.

En 1924, sin estudios científicos que probaran sus efectos perjudiciales o su potencial adictivo, en la segunda conferencia internacional del opio se declaró que el cánnabis era un narcótico (así, porque ellos lo decían y punto) y se recomendó su estricto control. Luego, un año después se realizó un estudio que concluyó que no existían evidencias de que el cannabis fuera perjudicial o adictivo, pero al parecer no fue tomado en cuenta puesto que en 1928, sin razones científicas, el cannabis fue hecho ilegal en Gran Bretaña.

Los medios de comunicación hicieron el resto para que la opinión pública se pusiera en contra del consumo de la marihuana. Se inventaban barbaridades como que fumarla convertía a los mejicanos en asesinos. Poco después, en 1919, se prohibió la susodicha planta en todo el estado de Texas, y en 1915 se hicieron las primeras leyes estatales que prohibían también su consumo en California y Utah. 

A pesar de todo, el alcance de la marihuana no solo se reducía a la fabricación de telas y de papel, sino que también estuvo a punto de competir con el mismísimo petróleo. ¿Cómo?, pues muy sencillo: una empresa que no voy a nombrar estaba investigando la creación de combustibles y aceites derivados de la biomasa del cáñamo, lo que hubiera supuesto, a la larga, la completa ruina para las empresas petrolíferas y todas aquellas que, directa o indirectamente, vivieran del petróleo. Por esta razón otra empresa con mucho más peso económico en el país compró las patentes y las relegó al eterno olvido. Que oportuno, ¿verdad?.

Al final, el único motivo por el que se ha prohibido la marihuana no ha resultado ser de salud, sino económico. Permitir la libre comercialización de esta prodigiosa planta no conviene a ninguna empresa, sobretodo porque se le puede dar tantos usos que, muy probablemente, muchos de ellos no los conocemos todavía.


¿Qué opináis?


miércoles, 19 de marzo de 2014

La ironía de EE.UU.

Si uno lee un poco de historia se percatará que EE.UU siempre ha tenido esa doble moral muy bien implantada. Todos conocemos sus escarceos con los países del norte de África como Siria o Egipto, escarceos de los que nos enteramos a través de nuestras televisiones de forma sesgada y manipulada. Hace poco, por ejemplo, se dijo que Siria tenía armas químicas y que, por el bien de todos, debían ser eliminadas. Cuando lo oí en los noticieros me vino de inmediato a la mente lo que ocurrió con Iraq, ya que EE.UU usó como excusa esto último para invadirlo militarmente. Luego, cómo no, se descubrió que Sadam Hussein no poseía tales armas cuando tuvo la invasión en 2003 y que su capacidad para fabricarlas había decaído desde 1991, lo que dejó a la superpotencia mundial con el culo al aire. Más tarde, el presidente Bush salió diciendo en un discurso electoral que “no podían permitirse correr el riego debido al largo historial que tenía Iraq con dichas armas”. Pero oye, que esto no termina aquí, ¿sabías que EE.UU aprobó hace 25 años que el propio Hussein empleara armas químicas en la guerra de Iraq contra Irán?.

El hecho ocurrió entre 1980 y 1988, y según diversos medios digitales norteamericanos EE.UU dejó la ética de un lado porque le interesaba que Iraq ganara la guerra a CUALQUIER PRECIO. Según parece, se cree que Hussein empleó gases tóxicos contra el enemigo en el campo de batalla y también contra la población Kurda en Iraq delante de las narices de Washington. Sabiendo esto resulta de lo más irónico que ahora EE.UU decida cambiar de chaqueta y enfundarse la que lleva acumulando polvo desde hace años. Lo que ocurrió en Iraq se produjo por temas de petróleo, y en mi opinión la verdadera razón de la invasión de Siria se debe también al susodicho líquido, ya que el país tiene una gran importancia como productor de petróleo pese a hacerlo a pequeña escala. Desde 2011, sin embargo, dejó de producir a causa de las sanciones internacionales.

Libia, cuya invasión se produjo en 2011 y que, vaya casualidad, también es un importante productor de petróleo (ocupa el decimoctavo puesto en el ranking como los que más petróleo producen, mientras que Iraq ocupa doceavo) también representa un claro ejemplo de cómo las ansias expansionistas del imperialismo se come todo lo que encuentra a su paso sin tener en cuenta los daños colaterales. Me estoy refiriendo, evidentemente, a la población, que siempre es la que más sufre y la que tiene que aguantar las penurias de la guerra.

¿Cuál será el siguiente país que caiga en su red?


lunes, 17 de marzo de 2014

Los brujos, una secta peculiar.


Ahora que me estoy leyendo la historia de la inquisición me topo muchas veces con sectas de lo más variopintas. Sectas que, mirándolo desde un contexto actual, casi parecen ser el fruto de una pesada broma de mal gusto, pero lo más preocupante es que la gente de la época se lo tomaba enserio. Por ello, la orgía de barbaridades estaba bien servida.

Entre los años 1503 y 1513 se descubrió en Lombardía una secta denominada “los brujos”. Algunos años después aparecieron en España en el lugar de Zugarramurdi, en el valle de Bastan, reino de Navarra. Los integrantes de esta nueva “creencia” se basaban en la adoración al diablo como señor y patrono. Celebraban sus asambleas en un prado llamado Berroscoberro, más conocido como el “Prado del Cabrón”, ya que se tenía la creencia de que el diablo se aparecía en forma de cabra humanoide y observaba cómo lo adoraban sentado en un majestuoso trono. Poseía tres cuernos; uno a cada lado y el tercero en el medio, con el que iluminaba el prado con su “poder”. La verdad es que me gustaría saber quién se inventó toda esta parafernalia puesto que en la realidad lo que adorarían sería una especie de muñeco o algo así. En fin, imaginación al poder.

Según la costumbre, los brujos se afanaban en ganar adeptos para que se unieran a su oscura forma de vida. Ésta, aunque suene a broma, consistía en hacer todo el mal posible al prójimo. Es decir, dar palizas sin razón aparente, robar, quemar casas, graneros, gastar bromas pesadas, etc. Lo contrario a lo que se supone que deben hacer los cristianos, vamos.

Los métodos para multiplicar el número de brujos variaban bastante, pero el más usual era el de llevar a los chicos mayores de seis años a las asambleas de los días en que había bailes con tamboril, gaita o flauta. De este modo los pobres inocentes se pensaban que aquello era una fiesta continua y que se lo iban a pasar pipa si se “unían al club”. Por lo general dejaban pasar un cierto tiempo prudencial para asegurarse de que no les delatarían, y cuando eso era así les invitaban a que se volvieran apóstatas y abrazaran su nueva fe.

El procedimiento de integración era cuanto menos asqueroso. Se untaba al futuro brujo con agua vomitada por un sapo. Para lograr esto el brujo le daba de comer y luego le azotaba con unas varillas sin cesar, hasta que el supuesto demonio residente en él decía: <<basta, ya está hinchado>>. Acto seguido, el torturador apretaba al sapo contra el suelo y era en ese momento cuando vomitaba una suerte de brebaje verdinegra y sucia, la cual usaría para untarse el cuerpo. A continuación, y según la leyenda, debía coger el sapo y volar con él.

La potestad de formar venenos no estaba al alcance de todos, sino de unos pocos selectos. Los “afortunados” iban por supuesto mandato del demonio a buscar los materiales, que eran sapos, culebras, lagartos, lagartijas, caracoles y otros insectos y ciertas plantas que se les designaba. Lo que hacían después resulta ser, digamos, rallante en lo vomitivo. Lo presentaban todo y, sólo cuando el demonio echaba su bendición, los brujos desollaban los sapos y demás animales e insectos con los dientes (escena de lo más dantesca). Luego lo mezclaban todo en una olla y ya podéis imaginaros el resto.

La sarta de barbaridades, por desgracia, no se detiene ahí. De las supersticiones que decían agradar  al demonio se encontraba el de comer huesos pequeños sacados de sepulturas cristianas por odio al cristianismo. Los cocían con agua, mezclados con varios sapos muertos y otros bichos e iba todo para adentro. A su vez, si luego de tal indigestión mostraban aún la osadía de hacer mal y fustigar a la gente del pueblo se ganaban los favores del diablo. Pasaban a ser su mano derecha, vamos.

El principal problema de esta secta era que un familiar tuyo podía formar parte de ella sin saberlo el propio marido. No se tenía la obligación de confesar abiertamente su nueva “fe”, así que podían mentir durante un tiempo indefinido. Los niños pequeños que hubieran raptado para lavarles el cerebro también tendían a esconder su condición, y esto hizo que la iglesia tuviera ciertas dificultades para terminar inmediatamente con tal locura (aunque la suya no fuera mucho menor). Además, y por si fuera poco, se castigaba a los “rebeldes” que se resistían a seguir siendo brujos con torturas físicas, así como cuando no hacían tanto mal como debían, que también se penalizaba.

La locura de las personas que se autodenominaban brujos llegó hasta tal extremo que, creyendo que el demonio les hablaba, mataban en muchas ocasiones a sus propios hijos con tal de contentarle. Ellas lo veían como un acto supremo de maldad que les garantizaría una posición privilegiada junto con su "señor", de modo que no dudaban en cometer tal barbarie.

¿Qué opináis?

lunes, 10 de marzo de 2014

¿Por qué los iglúes no se derriten?


Esta es una pregunta recurrente que muchos se hacen, ya que en nuestro subconsciente nos imaginamos que toda formación hecha por hielo debe derretirse si se le aporta calor. En un principio parece muy lógico y no presta lugar a dudas, pero entonces… ¿por qué los iglúes no se derriten?.

La clave de estas curiosas construcciones es la brutal diferencia de temperaturas que hay en el interior y en el exterior. Mientras fuera las temperaturas pueden rondar perfectamente los 40 o los 50 grados bajo cero en el interior del iglú, e incluso encendiendo una hoguera, no se pasa de los cero grados. La idea es que el aire, al ser un pésimo conductor del calor, vuelve a enfriarse automáticamente al entrar en contacto con el hielo. Este continuo enfriamiento y calentamiento hace que la construcción se torne más fuerte y sólida, y mientras no se sobrepasen los cero grados el hielo va a seguir ahí, ya que éste necesita de un gran aporte de energía calorífica para empezar a derretirse. Lógicamente, es algo difícil conseguir que dentro de la “casita” de hielo haya una temperatura de 20 grados. Estaríamos hablando entonces de una diferencia de nada menos que 70 grados. Algo imposible, la verdad.

Por esta razón los iglúes empiezan a “sudar” cuando la temperatura ambiente ronda los 20 grados centígrados. Curioso, ¿verdad?

lunes, 3 de marzo de 2014

Lo que realmente pasa en Ucrania



Las informaciones sesgadas y parciales que nos llegan de Ucrania nos pintan un cuadro que, con toda seguridad, no se corresponde con la realidad. Los medios de comunicación nos venden que los opositores se han levantado en contra de un gobierno represivo y egocentrista, que hartos de tanto atraso y de sufrir hambre y penurias se han revelado para demandar una vida mejor y más libre. No obstante... ¿es eso todo lo que hay?.

Personalmente, me parece de hipócritas que se tache a los manifestantes de Gamonal de "anarquistas radicales de izquierda" y a los opositores ucranianos de héroes. Sé que no tiene punto de comparación, pero es un matiz que resulta de lo más curioso. En este país a la gente que ejerce el derecho de protesta se la etiqueta automáticamente de anarquista o nazi, y me parece lamentable que esas palabras vengan precisamente del partido que nos gobierna. ¿Es eso imparcialidad?, en fin...

Hace relativamente poco Estados Unidos ha advertido a Rusia que tomará represalias por su intervención en Ucrania. De hecho, dos senadores ya demandaron lanzar una advertencia a las autoridades del país euroasiático de que no se iban a quedar con los brazos cruzados mientras ellos tomaban acciones que, cómo no, socavan los intereses nacionales estadounidenses, por lo que la versión disney de "gente libre que lucha por la democracia" ya comienza a desmoronarse. ¿A caso creéis que EEUU intervino en todos esos países del África para defender al pueblo "reprimido"?. Obviamente no. Los intereses tanto económicos como militares son las razones de esas intrusiones, no el bienestar de las personas del lugar.

Ucrania es un país al este de Europa que formó parte de Rusia (la entonces URSS) hasta el 16 de julio de 1990. Por su situación estratégica juega un papel geopolítico y militar muy importante, ya que desde Ucrania se puede bloquear militarmente a Rusia y, por si fuera poco, engendrar ataques contra Irán, Siria, Palestina y China. De este modo Rusia perdería el control del mar negro y una de las bases militares y navales que tiene en Crimea. Además, este país resulta ser el territorio de paso por el que circula todo el gas natural y el petroleo que proviene de Irán y de Rusia hacia Europa. La desestabilización de Ucrania está, en definitiva, bien medida y calculada puesto que anexionarla a Europa sería como tener la gallina de los huevos de oro. Les facilitaría ampliamente las cosas.

A pesar de todo, no hay que olvidar que Rusia no va a permitir que Ucrania sirva a los intereses expansionistas de Estados Unidos y Europa, y teniendo en cuenta  que es el segundo ejército más poderoso del mundo y que como aliado tiene a China, que posee el tercer ejército más poderoso del mundo, es probable que en esta ocasión la intentona les salga rana. No está todo dicho todavía.