miércoles, 15 de octubre de 2014

Esos investigadores de pacotilla...

El famoso jeroglífico de Abydos que generó tantas teorías conspirativas. Varios científicos y egiptólogos dirían más tarde que esas aparentes formas de aviones y helicópteros son consecuencia del palimpsesto (un re-grabado) y la erosión.
Estos últimos años, con la proliferación de las páginas web de conspiración, son muchos los que se cuelgan la etiqueta de "investigadores". Esa palabra, prostituida y mal utilizada hasta límites insospechados, arrastra tras de sí una historia llena de científicos reputados que dejaron una marca indeleble en el tiempo. Personalidades como Marie Curie, investigadora del siglo XX y ganadora de dos premios Nobel por sus avances en el campo de la radiactividad, el físico alemán Albert Einstein con su teoría de la relatividad o el físico teórico, cosmólogo, astrofísico y divulgador científico Stephen Hawking son ejemplos claros de verdaderos investigadores. Es decir, gente con estudios cuyas investigaciones se han basado siempre en hechos comprobables y no en hipótesis peregrinas.  

Cuando veo a ciertas personas imponerse los títulos de investigador, escritor o divulgador científico siempre me topo con el mismo patrón: conspiranoicos oportunistas que no han escrito un libro en su vida y que buscan cobrar compulsivamente. A veces se da el caso de que sí han escrito algún libro, pero vamos a ver...¿ya se consideran escritores por publicar un único libro? Es absurdo. Cuando lleven publicados una buena cantidad de ellos y pasen más allá de los amigos y familiares la dichosa etiqueta ya comenzará a ser legítima, pero mientras no se supere esa "barrera" considerarse como tal es un desatino.

Ejemplo de pareidolia. Las sombras de
de esta montaña de Marte le dan
la forma de un rostro humano.
El presente post tiene su razón en el hartazgo y el empacho de tener que soportar a tanto iluminado con ínfulas mesiánicas. A esos charlatanes los suelo llamar "investigadores de pacotilla" o "rumorólogos", y quizá ya me estoy extralimitando al incluir la polémica palabrita. Antiguamente también se los llamaba buhoneros o sacamuelas, apelativos harto idóneos que convendría rescatar por los tintes sectarios que están tomando este tipo de grupos. Como siempre, la ignorancia y la falta de criterio se encuentran bien servidos si uno se adentra por estos lares, más si tenemos en cuenta que ellos llaman "evidencias" a las formas que puedan tener las rocas de Marte. Esto último tiene un nombre, y es pareidolia.    

La pareidolia es un efecto del que muchos avispados se han nutrido para sembrar desinformación e ignorancia por doquier. Dicen continuamente que están en busca de la verdad, pero luego nos topamos con que hablan sobre cualquier jugosa conspiración sin importar de donde vengan las "fuentes". Obviamente, no te dicen cuáles son porque habrán cogido la información de otra web de conspiración igual a la suya. ¿Dónde queda entonces esa "búsqueda de la verdad"? En ninguna parte.

Para mí, un divulgador científico es un científico que hace accesible este tipo de conocimientos al público general. Stephen Hawking ha escrito una quincena de obras científicas y divulgativas, muchas de las cuales pretenden acercarse a la gente de a pie y volver a la madre ciencia una materia menos pastosa y más entretenida. Como es de esperar, no te hablará de los círculos de cosecha, las supuestas caras de Marte, de los reptilianos o de la teoría conspirativa de los iluminati. Es por eso que existe una abismal diferencia entre aquellos que toman a la ciencia como base en sus investigaciones y los que dan rienda suelta a la imaginación para crear teorías absurdas -que en realidad no pasan de disparatadas hipótesis-.

Hay que tener la mente abierta, sí, pero hasta cierto punto y sin corromper el lenguaje.

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