viernes, 9 de mayo de 2014

Lo que está en juego es la capacidad crítica.


Hoy era un día normal, de esos típicos de verano con el calor cada vez más latente y el típico ambiente pegajoso propio de una ciudad costera. Acababa yo de hacer unas prácticas en la universidad y salía sintiéndome satisfecho conmigo mismo porque ya era viernes. Tenía todo el fin de semana por delante, dos días libres, dos días apacibles que probablemente pasarían perezosamente mientras los estudios ocuparían la mayor parte del tiempo. Aun así, a pesar de la tediosa obligación estaba contento porque ya se había acabado la semana, y todo parecía marchar a pedir de boca hasta que...ZAS! en toda la boca.

La verdad es que no se me ocurre una expresión más adecuada para describir el estupor, el fastidio, la brutal ironía campante y la vergüenza ajena que sentí cuando vi, hasta donde me llegaba la vista, sendos carteles que publicitaban al PP como candidato a las europeas. La enorme calle de la politécnica se había teñido de azul, de ese azul tan característico que hace que a más de uno le suba la bilis por la boca y le den ganas de vomitar el desayuno. Ya sabía yo que Valencia y el PP han sido durante muchos años como uña y carne, pero es que no se veía un solo cartel de un partido distinto. La fotografía que podéis observar no hace justicia a la exagerada cantidad de carteles que habían colgados a ambas partes de la calle, y supongo que el resto de la ciudad también estará plagada.

Cuando leí el eslogan de "Lo que está en juego es el futuro" no pude hacer menos que arquear la ceja con ironía y pensar: "¿en serio?, ¿después de todos los recortes se permiten colgarse tales medallas?". Ya solo faltaba que dijeran que no bajarán las pensiones, que no permitirán que suba la luz y que su legislatura terminará con menos paro que cuando empezó. Luego te vas a los datos y encuentras que en esos dos años que llevan de gobierno el paro ha aumentado tres puntos y la deuda se ha disparado 25. Siendo más exactos, y como eso de los "puntos" puede sonarle a algunos a chino, ha llegado hasta la pavorosa cifra de 18.000 millones de euros, aumentando el pasado enero 602 millones de euros cada día (según los datos del Banco de España).

Para acabar de poner la cereza sobre el pastel, ensalzan cualquier irrisoria disminución del paro como un triunfo sin precedentes. Claro, el paro disminuye porque la gente se larga del país y el poco empleo que se crea es temporal, con un sueldo pésimo y unas condiciones no mucho mejores. En fin, ¡que viva la hipocresía!.

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