sábado, 19 de julio de 2014

El polémico "Tratado de Libre Comercio"

La primera vez que supimos del famoso "Tratado de Libre Comercio" fue por boca de Obama al decir que se iniciarían unas negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea para una ampliación de la TTIP. Esto ocurrió el 12 de febrero de 2013 durante el discurso del Estado de la Unión, pero no fue hasta el 25 de febrero de este mismo año cuando el propio Rajoy dijo que "lideraría" el apoyo para que tal acuerdo fuese posible. Ahora bien, ¿qué implica esto?.

Más allá de las facilidades con que circularían los productos y el aumento de beneficios que obtendrían las grandes corporaciones creo que es importante recalcar un hecho: ¿se ha convertido nuestra salud en algo secundario? Para resumiros el acuerdo en unas pocas líneas y no andarme con tecnicismos, dicho tratado establece que un alimento determinado que pasa las pertinentes pruebas de calidad EE.UU podrá exportarse a otros países sin tener que pasar por los controles pertinentes de dicho país. Tal cosa evitaría esa frecuente pérdida de dinero que se da cuando ciertos productos NO pasan el susodicho control en el lugar de destino. Lo mismo ocurriría con otros productos como los automóviles, aparatos electrónicos, etc. 

Estamos hablando de que nuestro país, por poner un ejemplo, debería hacer "acto de fe" al recibir productos del extranjero y fiarse de que son saludables y han pasado todos los controles. Sin embargo, también tenemos el problema de que los controles sanitarios y de calidad son distintos en cada país, cosa que resulta, cuanto menos, de una irresponsabilidad brutal. Huelga decir que Estados Unidos trata de una forma distinta a la carne que consume, y esto lo digo porque ellos usan la "clonación" en varios animales como los cerdos y las vacas para su posterior consumo. Tal cosa está completamente prohibida en la UE, pero si el polémico tratado siguiera adelante y se aprobase esos alimentos podrían llegar aquí porque pasarían todos los controles necesarios en Estados Unidos.

Es aquí donde la famosa "competitividad" se posiciona en lo alto del escalafón sin importar la salud de los consumidores (porque ya no somos personas, sino consumidores) ni los posibles problemas que, a la larga, podría provocar esta práctica. Es más, el acuerdo, que ya de por sí se ha llevado a cabo con una total falta de transparencia, se encuentra plagado de secretismos donde la mayor parte de lo negociado (y que nos afecta directamente) es totalmente confidencial. A partir de este momento creo que ya podemos decir con propiedad: ¿sabemos lo que comemos?

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