sábado, 27 de septiembre de 2014

Margot Wölk, la catadora de comida de Hitler

Hindenburg y Hitler-autor desconocido- Vía Wikimedia Commons
Siempre he visto al poder como una droga. Quienes la sufren con intensidad tienden a perder el contacto con la realidad al no haber nadie que los limite. Las purgas de Stalin o el holocausto de Hitler son ejemplos claros de hasta qué punto es dañino dar poderes ilimitados a un solo individuo. Aquellos que sufrieron los abusos y vivieron para contarlo se han ido convirtiendo en testigos clave de esa megalomanía, y quién mejor para explicarla que alguien que vivió en sus propias carnes tal barbarie. Estoy hablando, efectivamente, de Margot Wölk, la catadora de comida de Hitler.

El miedo que tenía Hitler por morir envenenado o saltar por los aires no era infundado. Cuando intentó dar el primer golpe de estado en 1923 un proyectil de la policía casi lo consigue, pero tal vano intento no es comparable al que padeció en 1944, año en que el Coronel Claus von Stauffenberg colocó una poderosa bomba a apenas un par de metros del führer. Todos estos intentos frustrados (que llegaron a ser 42), sumados a la propia paranoia que posee todo dictador, fueron razones suficientes para obligar a 15 jóvenes a probar la comida antes de servirla.

Margot Wölk no era nazi ni buscaba convertirse en catadora de comida. En 1941, cuando su marido estaba en la guerra, tuvo que irse de Berlín a causa de los bombardeos. Su lugar de destino era Partsch, una ciudad situada a 400 metros de Berlín donde pretendía pasar un tiempo junto a su suegra. El alcalde de Partsch, un nazi redomado, la obligó entonces a trabajar como catadora de comida en el cuartel de la guarida del lobo.

La comida que la obligaban a ingerir era siempre vegetariana. Los rumores de que los ingleses intentaban envenenarle forzó a Hitler a tomar innumerables precauciones para evitar un posible desastre, así que únicamente tomaba arroz, pimientos, coliflor, fideos y poco más. El curioso vegetarianismo de Hitler ha llamado la atención a muchos, máxime si se tiene en cuenta que fue el responsable de la muerte de millones de personas. Esta aparentemente contradicción, no exenta de cierta lógica, se debe a que era un ferviente seguidor de las teorías antisemitas de Richard Wagner, que conectaba el futuro de Alemania con el vegetarianismo. 

A lo largo de los tres años que estuvo "trabajando" nunca vio al líder de la Alemania nazi. Recuerda que tenían que terminar la comida y esperar toda una hora con un miedo atroz a ponerse enfermas. Si uno lo piensa con detenimiento resulta admirable cómo esas 15 jóvenes lograron mantener la cordura intacta durante tanto tiempo. Estamos hablando de más de mil días ingiriendo comida posiblemente envenenada, mil días de constante pavor ante el terrible hecho de que podían morir al minuto siguiente. Margot estuvo sufriendo esa situación hasta que un oficial de las SS le facilitó la huida a finales de 1944. El avance del ejército rojo la salvó.

En la actualidad, Margot cuenta con 96 años y sigue viviendo en la misma casa en que nació en 1917.

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