lunes, 16 de diciembre de 2013

Incompetencia política y pereza mental ciudadana.

A la hora de votar, muchos de nosotros no solemos pensar demasiado en el porqué lo hacemos y qué es lo que ese partido tiene en su programa electoral para merecerse nuestro voto. Leemos muy por encima esos supuestos “objetivos” sin pararnos a reflexionar si lo que dicen es aplicable a la realidad y no nos molestamos en estudiarlo. Nos fiamos de “la buena fe” de ese hombre de dientes blanqueados y sonrisa tirante que nos vende un futuro esperanzador sin decirnos el cómo, y ese es precisamente el error más grande que se suele cometer en esas fechas de alienación mental cuya abundancia de papeletas electorales hace que nuestro buzón llegue a atascarse.

Cuando, en plenas elecciones de 2011, salían en televisión diversas personas diciendo que iban a votar al PP porque el PSOE los había dejado en la ruina, lo primero que pensé fue: ¿de verdad el futuro de España depende de esta gente?, ¿Enserio?. No me podía creer que se tragaran la mentira galopante de Rajoy de que no iba a tocar ni las pensiones ni la sanidad, de que los impuestos no subirían y que tampoco introduciría el copago en la susodicha sanidad. Tampoco me cabía en la cabeza que se creyeran que lucharía contra la corrupción y que trataría de asegurar la independencia judicial cuando se sabe de sobra que al subir al poder otro partido se producen, cómo no, cambios de puestos de trabajo en masa. A su vez, el hecho de que pusiera especial énfasis en decir que no destinaría fondos públicos para ayudar a los bancos hizo que me oliera raro.

Por si fuera poco, la tan oída y remachada retahíla de “la herencia recibida” me suena un tanto demagógica, sobre todo si tenemos en cuenta que el gobierno de Aznar tuvo gran parte de la culpa en la crisis inmobiliaria que se produjo en el 2008. ¿Os suena de algo la liberación de los suelos?.

Si la gente usara un poco la cabeza, se daría cuenta de que es absurdo prometer un mundo idílico cuando la tasa de paro está disparada y la crisis se encuentra extendida por toda la Unión Europea. Eso significa que Rajoy mintió en su programa a sabiendas de que iba a hacer todo lo contrario de lo ponía en el mismo, y todo porque lo único que importaba era que su partido gobernase aunque luego no tuviera la más mínima idea de cómo capear la crisis. Sinceramente, el premio al mejor actor del año deberían dárselo a él.

Algo que, hoy en día, resulta de lo más irónico es un “cara a cara” que Rajoy hizo con Rubalcaba por esas fechas. A continuación, transcribo lo que el actual presidente le dijo en dicha entrevista:

<<Yo no soy como usted, señor Rubalcaba. Usted le bajo el sueldo a los funcionarios un 5% y no lo llevaba en su programa. Usted quito la deducción de 400 euros y no lo llevaba en su programa. Usted eliminó la deducción por vivienda y no lo llevaba en su programa. Usted subió el IBA a la gente y no lo llevaba en su programa y, además, congeló las pensiones de los pensionistas españoles y no lo llevaba en su programa. Entonces, yo no soy como usted. Yo lo que no llevo en mi programa no lo hago, por lo tanto no me confunda>>.

Toda esa parrafada la soltó sabiendo todo lo que se vería obligado a hacer a posteriori, ¿os dais cuenta de lo grave de la situación?. Cuando un político miente a sabiendas con el único objetivo de llegar a la presidencia a toda costa y, como es normal en este país, no se pueden tomar acciones legales en su contra, eso quiere decir que vivimos en una falsa democracia. Una democracia en la que a la ciudadanía se le toma el pelo y ni siquiera tienen la decencia de  decir aunque sea una parte de la verdad.


Al final, lo que queda claro es que los que tenemos que espabilar somos nosotros, los ciudadanos. Abandonar ese conformismo y  pereza mental colectiva que tanto se ha aposentado en nuestra sociedad es esencial, y exigir a los políticos que dejen de tomarnos como a completos ineptos sin capacidad de análisis no es sólo crucial para nosotros, sino también para ellos. Tal y como dijo Risto en el ya archiconocido vídeo de crítica: “Seguid creyendo que no pasara nada, porque así faltará menos para que pase”.

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