jueves, 24 de abril de 2014

Los juicios de Vlad el Empalador

Hace poco hice un post hablando sobre Vlad el Empalador. En él describía básicamente quién era, qué carácter tenía y los tejemanejes de los que fue artífice a lo largo de sus 45 años de vida. A causa de su notable extensión vi conveniente separarlo en dos, aunque en lo que a morbosidad se refiere creo que el presente post puede interesar más que el primero. Después de todo, ¿qué es la historia de este tipo de individuos sino una variopinta colección de atrocidades?

Vlad Tepes fue un personaje controvertido que ha atraído la atención tanto de historiadores como de aficionados por toda biografía oscura y cruenta, pero si hay algo que le aseguró un hueco imperecedero en la historia fueron sus juicios. Unos juicios que en muchas ocasiones pretendían adoctrinar una "moralidad" de la que el propio "juez", irónicamente, carecía por completo. Esto último es una constante en lo que a psicópatas se refiere, ya que resulta incongruente que alguien que posea una cuestionable diferenciación entre el bien y el mal pretenda enseñar a la gente a ser más "honorable". En cualquier caso, os dejo a continuación algunos de sus juicios más sonados: 

El juicio a los pobres:

Según Vlad, los pobres eran todos unos bandidos y ladrones que no aportaban nada al país. Los veía como una molestia de la que debía librarse cuanto antes, así que, ni corto ni perezoso, organizó un festín de comida y bebida para todos ellos. Los andrajosos invitados comieron y bebieron como nunca lo habían hecho en sus vidas, así que cuanto Tepes les preguntó si les gustaría cebarse así todos los días ellos respondieron que sí. Como consecuencia, mandó encerrarlos en la casa donde había organizado la fiesta y los quemó vivos. De las 3.600 personas que había no quedó nadie con vida.

Con el tiempo, fue repitiendo esta práctica en cada uno de sus principados con el único objetivo de eliminar a todos los mendigos de sus tierras. No se molestó en pensar un modo para reactivar la economía de su país ni se estrujó los sesos para averiguar qué otro remedio que no implicara su muerte podría emplear, simplemente los eliminó del mapa. Aún así, en la actualidad mucha gente del lugar cree que los asesinados eran sólo bandidos y ladrones e incluso aplauden dicho acto.

La moneda de más:

Cuando un comerciante se presentó ante él para denunciar que le habían robado una bolsa llena de monedas de oro el príncipe se tomó como un reto personal capturar a los responsables. Al día siguiente, el comerciante se encontró con que todos los ladrones junto con los miembros de sus familias habían sido empalados, y frente a sí tenía la bolsa con sus monedas. Vlad le preguntó si estaban todas, a lo que él respondió que sobraba una. Ésto último le salvó la vida, ya que posteriormente Tepes le dijo que de haber dicho que estaban todas habría sufrido el mismo destino que los ladrones.

Si eres monje no pidas limosna:

En cierta ocasión, unos monjes le pidieron dinero a Vlad en una de sus visitas a un pueblo de Valaquia. El príncipe les preguntó la razón de que mendigaran si podían vivir decentemente colaborando en cualquier iglesia, a lo que los monjes respondieron que de esa forma sabían si iban a entrar o no en el cielo. Tepes, ni corto ni perezoso, los mandó empalar arguyendo que pronto saldrían de dudas.

La honestidad de un monje:

Una vez, dos monjes fueron a visitar a Vlad. Cuando éste les preguntó qué le parecían los empalamientos uno de ellos lo aprobó fervientemente y el otro lo condenó. El príncipe empaló al que le alabó y recompensó a quien le dijo la verdad por su honestidad. 

El turbante de los mensajeros turcos:

Una vez, cuando recibió la visita de varios mensajeros turcos en representación de su Sultán, Vlad Tepes les preguntó la razón por la que no se quitaban los turbantes. Éstos, con cierta incomprensión ante tal pregunta, respondieron inocentemente que no era costumbre en su país hacerlo. No pretendían ofenderle ni mucho menos, pero Vlad se cogió un cabreo enorme y les clavó los turbantes al cráneo antes de que partieran hacía su país. 

La copa de oro:

El terror que su pueblo le tenía era tal que se permitió el lujo de colocar una copa de oro en lo alto de una fuente. Avisó que quien tuviera la osadía de robarla se sometería a un juicio y que su resultado no le sería precisamente favorable, cosa que la gente no desdeñó. Durante los años de su reinado la copa siguió encima de la fuente.

Los huidiza caravana de comerciantes:

Unas caravanas de comerciantes que hacían la ruta de Serbia hasta hungría decidió no parar en Valaquia para hacer negocios. Tepes se lo tomó a la tremenda y mandó asesinar a los 600 comerciantes que componía la marcha exceptuando a dos. A uno de ellos le sacó los ojos y al otro le cortó la lengua y les hizo volver a Serbia como aviso de que a la próxima no debían despreciarlo.

Por increíble que pueda parecer, hoy en día Vlad Tepes es considerado todo un héroe nacional en Rumanía. Muchos se excusan diciendo que la brutalidad del siglo XV justifica que el príncipe valaqués tomara acciones tan cruentas e inhumanas, pero yo creo que hay muchas formas de gobernar y de repeler a los invasores extranjeros sin ejercer tanto terror. Obviamente, eran épocas difíciles, pero.. ¿dónde está el límite entre lo necesario y el exceso de crueldad?. Abro debate.

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