martes, 14 de enero de 2014

George Eastman, un hombre que pasó a la historia



Una de las cosas que consiguió George Eastman, fundador de la Eastman Kodak Company, es que la fotografía no solo fuera un lujo reservado exclusivamente para la alta burguesía, sino algo cotidiano fácilmente alcanzable en cualquier clase social. La convirtió en un hobby, un pasatiempo corriente gracias al cual todo el mundo podía tener recuerdos gráficos de su pasado y seres queridos. De esos viajes inolvidables que se desea inmortalizar, de esos momentos aparentemente cotidianos pero que, sin saberlo, en un futuro adquieren gran significado. Todo esto lo hizo posible inventando el mítico rollo de película, que revolucionó el mundo de la fotografía y relegó a la placa de cristal al olvido.

En el año 1888 Eastman registró la ya archiconocida marca Kodak y recibió una patente para su nueva cámara. Ese mismo año puso en el mercado la cámara Kodak 100 Vista bajo la frase promocional: “Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto”. El eslogan puede carecer de sentido hoy en día, pero la verdad es que antes de que surgiera el rollo de película se requerían amplios conocimientos en fotografía y en productos químicos, razón por la que resultaba, entre otras cosas, un completo engorro para aquel que le tocara sacarla. La Kodak ya venía cargada con su propio rollo para hacer fotos y no requería ningún tipo de conocimiento más allá de apretar el susodicho botón, por lo que su éxito fue inmediato.

Un año después, Eastman mejoró el carrete sustituyendo el de papel por uno de celuloide, y más tarde eliminaría el problema de que sus clientes se vieran obligados a volver a la tienda para que le extrajeran el rollo y se lo revelaran. A partir de entonces ya era posible sacarlo a plena luz del día y cambiarlo instantáneamente por otro nuevo, lo que facilitó en gran medida su manejo.

Lamentablemente, Heastman heredó de su madre grandes defectos. Sufría problemas cardíacos, diabetes y, lo que finalmente lo sentenciaría a postrarse en una cama de por vida: una enfermedad degenerativa en la espina dorsal. Este hombre, habiendo sufrido lo indecible cuando vio morir a su madre de forma lenta y agónica ante otra enfermedad, resolvió el problema con una sencillez, simpleza y lógica que aun a mucha gente de hoy en día sigue sorprendiéndole. Prefirió suicidarse antes de empezar a sufrir el martirio de la enfermedad.

George Eastman, a los 77 años de edad y habiendo vivido una vida de película, dejó una carta a sus familiares y amigos que, si bien muchos pueden ver criticable, explicaba sus razones de una forma franca y directa.

«A mis amigos: Mi trabajo está hecho, ¿por qué esperar?»

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