jueves, 2 de enero de 2014

La nueva ley del aborto, un retroceso histórico.

El revuelo que está causando la nueva ley del aborto engendrada por Gallardón es significativo. Una ley que nos hará retroceder décadas y que penalizará un derecho inalienable por parte de la mujer: decidir qué hacer con su propio cuerpo.

El problema aquí es que este tipo de medidas tiende a mezclar demasiado la ideología con la realidad. La mujer que necesite abortar no va a dejar de hacerlo porque el estado se lo prohíba, no va a tener a ningún hijo/a si no puede tenerlo ya sea por razones económicas o de salud y, lo más alarmante de todo, si debe hacerlo de forma ilegal y en condiciones precarias arriesgando su propia vida lo hará igual. Esto es lo más dramático, ya que lo único que cambiará el gobierno con esta ley es que la seguridad de abortar en una buena clínica la sustituyan por un local clandestino de poca monta. De hecho, muchos médicos ya han anunciado que si se ven obligados a desempeñar esta práctica de forma ilegal no van a dudar en hacerlo, y la razón es tan sencilla como humana: no quieren que las mujeres arriesguen su vida yéndose a sitios poco fiables.

Actualmente, y desde 2010, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva permite a las mujeres decidir libremente sobre su maternidad. Pueden abortar hasta las 14 semanas de embarazo y, en caso de malformación del feto y riesgo de salud de la madre, hasta la semana 22. Después de este tiempo la interrupción del embarazo sólo es viable si los médicos consideran que la malformación es lo suficientemente grave como para calificarlo incompatible con la vida.

La ley del aborto vigente entre los años 1985 y 2010 despenalizaba que se interrumpiera el embarazo en caso de violación, malformación del feto y riesgo grave para la salud física o psíquica de la madre. Lo que se sabe hasta ahora de la nueva reforma es lo que ha ido diciendo Gallardón en varias entrevistas, y pese a que declaró que su objetivo no era volver a la ley de 1985, las perlas que ha ido soltando demuestran que, efectivamente, no se pretende volver a esa ley, sino retroceder todavía más.

Pese a todo, el sólo hecho de que aún no se hayan establecido unos parámetros claros sobre la susodicha ley demuestra que las disensiones existentes en su propio partido no son precisamente pequeñas. Ya han sido varios los miembros del partido que se han atrevido a exponer su desacuerdo, y ya ni hablar de las juventudes del PP, que son partidarios de no dificultar todavía más las cosas a los ciudadanos.

Por otra parte, el argumento que da Gallardón de que su objetivo es reducir el número de abortos es contradictorio y se cae por su propio peso, ya que se ha demostrado que la tasa de abortos en países con leyes más permisivas es mucho menor. Entonces, ¿es esa la verdadera razón de su “reforma”?, yo creo que no.

Lo que se pretende con la prohibición del aborto no es otra cosa que imponer una ideología caduca, aberrante y retrógrada que, una vez más, se arrodilla ante el todopoderoso Vaticano.  La historia ha demostrado en innumerables ocasiones que un Estado ligado a la iglesia siempre ha terminado fatal, ya que si las decisiones se toman según los dictados de un dogma y no de las necesidades de la población el trágico desenlace es matemáticamente claro. Eso, sumado a la subida progresiva de los impuestos, el sablazo a las ayudas económicas y todos los recortes hechos en educación y en sanidad termina formando un cóctel mortal destinado al desastre.

En cuanto a mi opinión personal, creo que muchos de estos políticos necesitan urgentemente una buena dosis de realidad. Subidos en un pedestal nunca  encontrarán los verdaderos problemas de los ciudadanos a los que "representan". 

¿Qué opinas tú?


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