martes, 3 de junio de 2014

Los científicos y la vida extraterrestre

Imagen de la NASA. Representación artística del Sistema Solar
Los científicos y los astrónomos tienen cada vez más claro que la existencia de vida fuera de la tierra es más un hecho que una peregrina teoría. El descubrimiento de nuevos exoplanetas con características parecidas a las de la tierra, satélites como Europa que están congelados por fuera pero que guardan vastos océanos por dentro y, lo que nos toca más de cerca, el reciente descubrimiento de que Marte tiene grandes cantidades de agua subterránea y que posee todos los elementos necesarios para la vida son solo algunos ejemplos que dan a entender que no estamos solos. Además, por si fuera poco, también se sabe que Marte albergó hace miles de años mares por doquier, lo que abre a su vez un sinfín de preguntas sobre la posible vida que pudo existir cuando este planeta pasó por sus mejores días. Todo un enigma.

Imagen de la NASA. La historia del agua de Marte.
Hace relativamente poco se ha descubierto un planeta rocoso fuera de nuestro Sistema Solar (a unos 560 años luz) que dobla en tamaño a la tierra y pesa 17 veces más. En un principio os estaréis preguntando qué relevancia puede tener eso, ya que el universo debe estar preñado de planetas de todas las formas y tamaños, ¿no? Sin embargo, los científicos no creían que fuera posible que existiera un planeta rocoso de tales dimensiones debido a la "teoría" que tienen ellos sobre su formación. Para resumirlo todo de un modo más tragable tanto para mí como para el lector, se piensa comúnmente que cuando un planeta posee un tiempo de incubación más largo tienden a acumular grandes cantidades de gas, lo que haría imposible (o al menos improbable) que los planetas rocosos alcanzaran cierto tamaño. Hasta ahora, el planeta rocoso más grande del que se tenía constancia era la propia tierra, y es por eso por lo que se creía que otro más grande era imposible.

Los constantes descubrimientos, el tener que redefinir una y otra vez viejas o nuevas teorías y, lo que muchos no quieren admitir, el percatarnos de que la idea general que tenemos sobre cómo funciona todo es demasiado vaga nos enseña que no hemos empezado siquiera a arañar la superficie. Quizá nos extingamos antes de conocer un mísero 5 o 10 por ciento de lo que realmente hay allá afuera, y al dar ese porcentaje probablemente me estaré pasando si tenemos en cuenta que el universo está en constante expansión. Todo ello ha llevado a los científicos ha formarse una teoría particular sobre qué podemos encontrarnos fuera de nuestro Sistema Solar, es decir, si existe vida inteligente o, por el contrario, de haberla se halla únicamente en su forma más primaria. Podemos diferenciar, pues, entre dos conceptos: el principio de mediocridad y la hipótesis de tierra especial.

Los grises. Dentro de la ufología
es el extraterrestre más famoso.
El principio de mediocridad se refiere a que la tierra no es un caso especial y que representa la prueba de que la vida inteligente en otros lugares es más que probable. Se trataría, en definitiva, de admitir que no somos esos seres especiales y únicos que siempre hemos pretendido ser y que, al igual que nosotros, hay otros seres en otras galaxias y lugares remotos del universo con niveles de desarrollo de lo más variados. En la actualidad, es el punto de vista que más impera entre los científicos tras los reveladores descubrimientos que se están dando últimamente. Aún así, sigue habiendo cierto resquemor por admitir abiertamente este tipo de cosas, pero creo que no me equivocaré al decir que la inmensa mayoría de ellos creen en el principio de mediocridad. Al fin y al cabo, es una postura de lo más lógica y que deja de lado esa petulante arrogancia de creerse la creación más "compleja"de todo el universo.

Por otro lado, la hipótesis de tierra especial es todo lo contrario a la anteriormente descrita. Los pocos científicos que siguen empecinados en apoyar esta hipótesis no creen posible que se haya podido desarrollar vida en otras partes del universo. Según ellos, las condiciones que se han de dar para que la vida aflore en un planeta son tan únicas y concretas que no creen que se hayan producido por pura estadística. Cuestiones tales como que el sol es del tamaño justo para que no queme, que la tierra se encuentra a la distancia precisa y que su atmósfera posee los componentes ideales y únicos para que se dé tal cosa son varios ejemplos. También es muy comentado el importante papel que ha tenido la luna, ya que su efecto gravitatorio fue crucial para que la vida se haya desarrollado tal y como ahora la conocemos. En cualquier caso, niegan la existencia de extraterrestres y pondrán todos los argumentos posibles para ello.

A pesar de todo, también hay científicos con una mente algo más abierta que no cierran las puertas a que la vida, ese concepto tan sencillo y complicado a la vez, se dé bajo circunstancias no conocidas por el ser humano. Partiendo de esta premisa es plausible creer que las condiciones precisas para que aparezca no tengan que ser únicamente las que se dieron en la tierra. Puede que exista otro tipo de vida no basada en el carbono o que sean otros componentes químicos que todavía desconocemos los que, en su conjunto, la hagan posible. Ante todo, hay que recordar que la visión que hemos adquirido con el paso de los siglos sobre todo lo que nos rodea viene desde nuestra propia perspectiva: la humana. Nuestra forma de pensar y racionalizar las cosas puede no tener nada que ver con esos seres que se encuentran allá afuera. Nuestro pequeño mundo, al fin y al cabo, puede no ser más que una insignificante mota de polvo en medio de un hervidero de vida.

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