lunes, 13 de abril de 2020

Periodo de confinamiento (IV)

En la situación actual uno agradecería inmensamente vivir en una casa de campo. Esta idea, que me viene a la cabeza cuando me apetece salir al balcón a que me pegue el aire, se ha vuelto cada vez más recurrente con el paso de los días, pero tampoco se me olvidan los inconvenientes que conlleva vivir tan apartado del pueblo. El tener que coger el coche para todo y la inseguridad ante posibles robos son solo dos ejemplos de lo cargante que puede llegar a ser vivir en una casita.

En mi caso, la única experiencia que tengo en este ámbito es de cuando era niño. Por aquel entonces, mi familia tenía la costumbre de reunirse un domingo en la casa de campo de los abuelos maternos y el otro en la de los paternos. Las veces que iba a la primera recuerdo que siempre veía a mi abuelo acostado en su hamaca, con un sombrero de paja bien ceñido a la cabeza y un cigarro de liar de Ducados Negro en la boca (también era muy aficionado a los puros). En general, conservo muy buenos recuerdos de aquella época en la que no había Internet y los teléfonos móviles eran todavía unos ladrillos casi irrompibles. Sin ir más lejos, acabo de acordarme de que en el salón todavía teníamos una vieja televisión que emitía en blanco y negro. Era de color blanco, pequeñísima y con el cristal muy abombado. Ya no recuerdo qué fue de ella.

Con el paso de los años esa costumbre se perdió, y con la llegada de Internet y otras tantas distracciones fui olvidándome de aquellos tiempos que ahora rememoro con cierta nostalgia. Hoy en día, esa tecnología que tanto nos ha facilitado la vida también nos ha alejado unos de otros y nos ha vuelto más huraños y reservados. O al menos, es así como yo lo percibo.


Imagen: Pixabay

2 comentarios:

  1. Yo pude haber pasado el arresto domiciliario en una casa de campo alucinante, pero el trabajo de mi novia no le permitía acompañarme y al final decidí quedarme. De no ser por ella, me hubiera ido al campo sin dudar.

    -Vota y Calla-

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    1. ¡Hola Salva! Pues sí, la verdad es que con esta crisis lo que apetece es irse al campo y desconectar.

      Un saludo ;)

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