martes, 12 de noviembre de 2013

Edward Mordrake, el hombre con dos caras



La historia de Edward Monrdrake llama  la atención por el increíble tormento y desesperación que tuvo que soportar debido a la deformidad que tenía en la cabeza, más concretamente en la parte posterior. Este joven poseía una "segunda cara " en la nuca, aunque más que cara parecía la máscara de un rostro puesto que no comía, ni reía y tampoco hablaba. Simplemente estaba ahí. 

La familia de Edward gozaba de una posición económica más que holgada. Su madre era la Condesa  Darlington, bajo cuyo apellido se hallaban infinitos prados y campos de cosecha que mediante tributos arrendatarios y un suculento comercio de cereales y ganado vivían con soltura. Su propiedad,  un imponente castillo situado en Inglaterra, se hallaba en la ladera sur del condado de Postmouth.

Este chico resultaba ser muy bueno en los estudios y toda una esponja en lo que a adquisición de conocimientos se refiere, tocaba el violín con presteza y su educación no podía ser más excelente. Sin embargo, el problema de tener esa "cosa" ahí detrás le supuso un complejo tan inmenso que no se relacionaba con nadie, no salía de casa y ya ni hablar de hacer amistades. Incluso con su familia guardaba ciertas reservas para dialogar y comunicarse.

Con el paso de los años, sobre todo en la adolescencia, la obsesión por quitarse esa cara diabólica  lo absorbió tanto que, poco a poco, su cordura fue menguando. Decía que ese rostro le hablaba por las noches con un lenguaje satánico y que se burlaba constantemente de él. Muchas de ellas no dormía y su estado de salud tanto físico como mental era cada vez más crítico. Edward llegó a un punto en el que no pudo más y, finalmente, le dijo a los médicos que le extirparan el rostro de la nuca aunque ello le costara la vida. La familia, obviamente, se negó en rotundo por las elevadas probabilidades de perderle  (la medicina del siglo XIX no se hallaba tan desarrollada como en la actualidad).

Viendo que iba a tener que soportar ese demoníaco rostro que no paraba de atormentarlo durante el resto de su vida, y pese a la constante vigilancia por parte de la familia, Monrdrake logró hacerse con un veneno y lo ingirió. Falleció a los 23 años de edad.

Como legado únicamente dejó una carta, en la cual daba las gracias a sus padres por el cariño recibido y, como voluntad final, quiso que le quitaran esa "cara" y lo enterraran sin identificación alguna en tierra baldía. 

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