lunes, 4 de noviembre de 2013

Proyecto M.K. Ultra


En no pocas ocasiones cierta gente suele llenarse la boca con la palabra democracia, ese concepto que muchos de nosotros relacionamos con libertad de expresión, derechos civiles y el poder del pueblo. Es un vocablo que queda muy bonito sobre el papel, pero por desgracia la realidad siempre tiende a ser más cruel y no tan ordenada como en los libros de texto. Hay veces que el afán por conocer los límites del cuerpo humano y querer controlarlo hasta el extremo puede a la tan relativa moral. Y es que lo real supera a la ficción.

La operación M.K. Ultra se llevó a cabo por orden del director de la CIA Allen Dulles en 1953, y uno de sus objetivos era crear un suero que obligara a los sujetos a decir la verdad. Dicha agencia se gastó millones de dólares con el fin de controlar, influenciar y conocer más profundamente la mente humana. Aunque lo cierto es que el objetivo inicial del programa no tardó en degenerar y el estudio de cómo y de que manera torturar para extraer más eficazmente las confesiones hizo su aparición. Torturas que creaban un sufrimiento horrible e inhumano y que quebraban en poco tiempo la voluntad del más fuerte. De hecho, la etapa inicial de la investigación tuvo tanto éxito que el gobierno estadounidense inyectó millones de dólares al proyecto volviéndolo más ambicioso.

El problema de todo esto fue el incontable número de víctimas que perecieron en los experimentos y los que literalmente se volvieron locos, disfuncionales o con tendencias psicópatas y homicidas. Sin embargo... ¿de dónde se sacaban a los conejitos de indias?.

La operación estableció un grupo de investigadores que se dedicaba a buscar gente cuya desaparición no debiera causar revuelo. Los elegidos eran indigentes, prostitutas, personas sin familiares, yonkis y demás, es decir, gente solitaria, y esto en la mayoría de las ocasiones se hacía sin su consentimiento.

Nadie sabe con exactitud la cantidad de gente que el MK Ultra hizo desaparecer, pero lo que consiguieron incentivó todavía más la imaginación de los científicos en cuestión. Lograron borrar la memoria de varios individuos, crear una droga que hacía que la persona que lo ingería cometiera actos erráticos para que su imagen ante la sociedad cayera en picado si se le soltaba la lengua más de lo debido, eliminar el dolor, etc. Incluso consiguieron que un individuo creyese que dos personas completamente desconocidas (dando igual la edad) eran sus padres según varios informes desclasificados.


A pesar de todo, nada dura eternamente y, después de 22 largos años  de impunidad, cometieron un error garrafal: Secuestraron a un joven que sí tenía familiares. Este error ocasionó que se hicieran varias investigaciones y que en 1974  el New York Times soltara la bomba informativa. Fueron capturados finalmente por el FBI, pero la CIA destruyó intencionadamente la mayoría de los registros y nunca se sabrá la escala real de maldad a la que llegaron.

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