lunes, 4 de noviembre de 2013

Lectura obligatoria...¿buena opción?


Supongo que a todos nos ha pasado eso de tener que comprar un libro en la escuela o instituto por obligación. Sí, esos libros insulsos y aburridos que darían mejor uso como matamoscas o soporte para una silla o mesa que como instrumento de lectura. Y es que no hay nada mejor para incentivar a la juventud a leer que empezar por Don quijote o clásicos rancios similares. A veces, sinceramente, creo que más de un maestro o profesor debería revisarse el sentido común.

Con la mención de Don quijote no quiero decir que sea un mal libro, más bien al contrario, hace ya cierto tiempo que leí la primera parte y, pese a que se vuelve algo pesado en determinadas partes, resulta incluso divertido. No obstante, para llegar a ese punto uno ya ha debido de leerse unos cuantos libros antes por gusto y no por obligación. Es absurdo obligar a los niños y adolescentes leer historias de hace más de 80, 100 o 200 años cuando se sabe de sobra que la prosa de entonces es más parca y adornada y su estilo más anticuado. Drácula de Bram Stoker, por ejemplo, posee esa prosa (no hace falta irse a Cervantes).

Mi afición por la lectura comenzó hace ya 6 o 7 años en un aburrido y tedioso verano. No empezó porque se me obligara a leer en el instituto, sino por cuenta propia. Esa obligación impuesta lo que hizo fue más bien retrasar el que me diera cuenta de que en realidad sí me gustaba leer, y la razón es bien sencilla: relacionaba la lectura como un deber y no como un pasatiempo como otro cualquiera.

De todos los libros que me obligaron a leer no me llamó la atención ninguno. Cada uno de ellos, aunque no poseyera más de 150 páginas, se me hacían eternos y tardaba un mes en acabarlos. A pesar de todo, el que escogí libremente (Artemis fowl, viaje al ártico) tenía más de 300 y me lo terminé en apenas 3 días y medio. En ese entonces descubrí que la lectura también podía ser divertida, y aunque sólo era un sencillo libro de fantasía he de decir que a mis 16 o 17 años me encantó. Desde entonces he ido evolucionando en gustos y ahora me van más las novelas históricas, y es ahí a donde voy: en el mundo de la lectura se ha de avanzar peldaño a peldaño, ya que si te pones a leer de repente el libro de Frankenstein mejor ni intentes abrirlo porque te va dar un soponcio.

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